dimecres, 18 de febrer del 2009

La libertad en juego


Transcrivim un article publicat avui a "El Confidencial Digital". Per la seva claredat sobre la llibertat de triar dels pares, que és la màxima reivindicació d'aquest bloc.
L'autor, Emili Avilés, és especialista en educació familiar, i ja ens ha aportat altres articles. Val la pena seguir les seves aportacions a la web de referència, sempre sobre educació i llibertat.


LA LIBERTAD EN JUEGO (http://www.elconfidencialdigital.com/Articulo.aspx?IdObjeto=19669)

¿Se imaginan ustedes que la empresa que suministra la energía eléctrica en sus hogares les impusiera la forma de iluminar las habitaciones de su domicilio? Pues, por lo que respecta a la educación en España, nuestros gobernantes actuales hacen algo parecido al imponer sus particulares preferencias ideológicas y sus monocromas opciones didácticas a familias y a profesores.

Amigas y amigos, no es posible vivir en democracia sin que la libertad de todos sea defendida y respetada. No entraremos ahora en el debate de cómo encajar verdad y libertad, tiempo tendremos, pero es claro que en lo que se refiere a la educación estamos muy lejos de que se respeten en nuestra país los derechos de todos los ciudadanos.

Y para que vean que no exagero les quiero explicar que en un reciente encuentro de profesionales de la educación con “políticos del ramo”, observé que muchos de estos últimos, con verdadera fijación, se dedicaron a repetir argumentos ideológicos ya muy manidos, de piñón fijo, sin aportar soluciones o salidas de consenso. Todo lo contrario. Hasta algunos rechazaban la posibilidad de que las familias fueran más libres para poder elegir centro educativo o “cargaban” sobre el profesorado incluso lo más básico de la formación conductual de niños y jóvenes.

¿Pero a qué están jugando con nosotros? ¿Por qué motivo se ponen tantas trabas a la libre elección de centro, a conseguir el pluralismo educativo respetando el ideario y preferencias de los padres?

Considero que después de 30 años ya es hora de buscar estabilidad en nuestro sistema educativo, tanto en lo que respecta a las autonomías como al gobierno central. Pero, para eso, nos urgen políticos valientes, sin prejuicios, que busquen el bien común no el voto fácil o el silencio “como sea”. Y me remito, como una de las muchas reacciones sensatas que se están produciendo, al Círculo de Economía de Barcelona que reclamaba, hace sólo una semana, la estabilidad normativa en Educación, a partir de un acuerdo de mínimos. Y es que saben bien los empresarios que una sociedad culta es una de las grandes riquezas de un país.

Digo todo esto porque es verdad que los padres necesitamos orientación y criterio educativo y nos hemos de dejar ayudar. ¡Por supuesto! Pero sería tremendamente injusto que alguien deseara dejarnos atrás en la tarea de ser los primeros educadores de nuestros hijos.

No crean que exagero. Tan es así que, por ejemplo, en los debates sobre la nueva Ley de Educación de Cataluña (LEC) se están valorando más las razones ideológicas partidarias, a menudo estatalistas y de pensamiento único, que los argumentos de calidad educativa que son los que padres y madres, y profesores, valoramos principalmente.

Así, insisten algunos en limitar el derecho a la libertad de educación frente a otro supuesto "derecho a planificar", o sea la zonificación y el intervencionismo uniformador de la administración pública, que prohíbe escoger libremente entre los diversos centros públicos y concertados.

De igual forma, en esa futura LEC no se garantizaría la gratuidad para todas las familias al no financiarse los centros concertados equitativamente con los centros públicos. Incluso hay quien quiere hablar del "servicio público de educación" para referirse a escuelas públicas y concertadas, como si el Estado o cualquier gobierno autonómico fueran los propietarios de ambas.

También se ignora en esa controvertida ley el carácter propio que pudieran tener los centros educativos. Y se prohíbe, en grave contradicción con la legislación vigente, la posibilidad de la educación diferenciada (o no mixta) en los centros públicos y concertados.

Por cierto, considero que es una gran farsa que personas que se llaman expertas en educación insistan en despreciar el modelo educativo de la escuela diferenciada, pues está más que probado que es un buen medio –como muchos otros- de personalización, de atención a la diversidad y de mejora de la calidad educativa.

En fin, una ley así impediría que la sociedad civil pudiera promover y organizar centros docentes. Y, de hecho, cuando el Estado se apoya en su poder financiero –que es de todos- para arrogarse cualquier autoridad metodológica en educación, lo que hace es, ya, abusar de su poder.

Pongámonos de acuerdo, consolidemos la calidad de la escuela pública y de la privada. Y para eso será preciso ofrecer opciones reales de elegir en libertad. Como dice un buen amigo: "Jamás se me ocurriría decirle a un vecino cómo tiene que educar a sus hijos. En el mejor de los casos y con el fin de ayudarle, le daría alguna sugerencia delicadamente, pero nada más".

Y, digo yo, mucho menos ningún gobernante actual o futuro debe poder quitarnos el derecho a elegir –de forma efectiva- el tipo de educación que consideremos más adecuada para nuestros hijos. Recordemos que, un país sin libertad de educación es un país en el que difícilmente se podrá disfrutar de ninguna libertad.